El tío Blas
En la calle Real, en dirección norte y en su margen derecha, vivía el tío Blas, un anciano con muy mal genio que tenía una hija casada en Solle que venía a verle con frecuencia con su marido y su hijo. Su mujer era la tía Pepa, que vivía con su hija Amada y su nieto.
El tío Blas no soportaba las travesuras de su nieto – de nombre Néstor, a quien increpaba duramente al menor movimiento de la criatura-, maldiciéndole con la frase: ¡Nestór (Blas acentuaba la o), eres igual que toda la puta raza de los manzanos!, entre las risas y chirigotas de los demás niños del pueblo.
El tío Blas era famoso por sus anécdotas e historias; la más conocida era la que contaba refiriéndose a un episodio acaecido en Madrid, por donde paseaba en un permiso del servicio militar, allá por los principios del siglo XX, en compañía de otro recluta. Lo contaba así:
«Iba yo un día en Madrid paseando con otro soldado cuando apareció una gachí y le dije a mi compañero: ¡A esta gachí la beso yo!. Darle el beso sí se lo di, pero…¡me arremangó una hostia…! Y yo la dije: ¡Bendita sea la madre que parió esa mano tan divina!»
Saturno
Otro de los personajes que pobló el paisaje humano de Camposolillo en los años 60, aunque sin ser natural del pueblo, era Saturno.
Saturno era un «pobre» que se presentó en Sancibrián -pidiendo-, y le ofrecieron el empleo de pastor y una vivienda, que era la antigua escuela.
Aceptó, y fué un personaje singular y muy conocido y querido por toda la gente de aquellos pueblos durante los años que estuvo por allí.
Nadie recuerda si murió o se marchó, ya que fue la época en la que se el Campo fue desalojado.
Tía María (Tía Maricorza)
Hablando de las gentes de Camposolillo, no debemos olvidarnos de la tía María, popularmente conocida como «la tía Maricorza». Aunque vivía en San Cibrián, pasaba muy frecuentemente por Camposolillo (15/20 minutos andando).
Era de aspecto enjuto, nariz afilada y extremadamente delgada. Era persona muy dada a hablar a voces diciendo sentencias, lo que producía jolgorio entre la chavalería. Parece ser que el tío Blas la requería de amores, y hasta le echaba algún tiento, a lo que Maricorza comentaba: «A nuestras edades, Blas, eso no está bien…».
Maricorza se vio envuelta en los años 50 en un penoso incidente. Solía andar acompañada de su perro, un chucho sin mayor importancia, pero muy ladrador, a quien un guardia civil, molesto por el acoso del can, sin más contemplaciones, le pegó un tiro. Maricorza lloraba su pena exclamando: «No les hizo nada y me lo mataron».
Esa imagen de Maricorza, tan diferente de la habitual, ponía un nudo en la garganta.
Los ‘burreros’
A mediados de los años 60 comenzó a explotarse una mina de carbón en el monte que hay enfrente del Campo, ya en el término de Sancibrián.
Parece ser que daba bastante producción, y en consecuencia, era rentable.
Había varios mineros, que vivían en el Campo, entre ellos el famoso Puñales, que siempre pedía en la cantina que le «llenaran el vaso de vino hasta arriba, que los vasos eran para llenarlos, y que si no, ya los habrían hecho más pequeños».
En casa de Jesusa vivía una familia que tenía varios burros en cuyas alforjas bajaban el carbón de la mina hasta la carretera, donde se cargaban en camiones. Eran los denominados «burreros». Permanecieron en Camposolillo dos o tres años.